Conferencia especial en la estaca San Gerónimo

El domingo 11 de noviembre se llevó a cabo una conferencia especial para los miembros de la Iglesia en la estaca Santo Domingo San Gerónimo, República Dominicana. Estuvo presidida por el élder D. Todd Christofferson del Cuórum de los Doce Apóstoles, el élder Cándido Fortuna, Setenta de Área y el presidente del templo de Santo Domingo, el hermano John Edwin Rappleye, todos ellos acompañados de sus esposas. La reunión fue dirigida por el presidente John López, presidente de la estaca San Gerónimo, a la misma asistieron 1,140 personas en un evento histórico para los miembros de esta localidad.

La reunión inició con un hermoso himno interpretado por el coro y la congregación: “Dios Manda Profetas”, número 11 en el himnario, tras lo cual el hermano Leonardo Vidal, del barrio San Gerónimo ofreció la oración de apertura.

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El presidente López fue el primero en dirigirse a la congregación que abarrotó el salón de reuniones del centro de estaca.  Inició dándoles las gracias a todos por “todo lo que hacen para edificar el reino [del Señor] en esta estaca de San Gerónimo. Los amamos…”.

Citando la escritura que se encuentra en el capítulo 27 del libro de Salmos enseñó: “me llama la atención cuando dice herencia, hablando de nuestros hijos. Ellos son una herencia que… nuestro Padre Celestial nos permite [tener] al nacer en esta vida… El [Padre Celestial] nos da el poder de dar vida, de procrear”.  Considero la declaración de que nuestros hijos son de alta estima para el Padre Celestial y lo deben ser para nosotros también. 

Más adelante indicó: “Nacer en esta vida y tener hijos es la mayor bendición que yo o cualquier persona puede tener… Gracias a que mi madre tuvo esa visión [de tener más hijos a pesar de tener una pérdida de un bebé anterior a mi], yo tengo el privilegio de estar aquí en la tierra y progresar para volver a la presencia de mi Padre Celestial y llegar a ser como Él es”. Terminó sus palabras indicando que somos socios de nuestro Padre Celestial, en esta obra de traer Sus hijos a la tierra y alentó a quienes están casados y aún no tienen hijos a meditar esta doctrina.

El élder Fortuna fue el siguiente en dirigirse a la congregación. Dijo: “El Libro de Mormón es una de las principales herramientas que tenemos para ayudar [a otros] a entender el Plan de Salvación. Debemos testificar que este libro cambia vidas, responde las preguntas que vienen del corazón”.

Compartió la historia de un misionero proveniente de Tonga, que sirvió bajo su dirección en Honduras mientras servía como presidente de misión. Este misionero siempre mostraba una sonrisa en su rostro que contagiaba a todo con los que interactuaban con él, ya que reflejaba el amor del Salvador. “En diciembre después de comunicarse con su madre”, indicó, “me escribió para decirme lo feliz que se sintió al poder hablar [con ella]”. En esa misma semana, recibí una llamada de la casa de su madre. Esta había fallecido. Este misionero ya había perdido a su padre. “Conduje a su casa, pues no pensé oportuno hacer una llamada para comunicar tal noticia”. Al informarle sobre lo sucedido, el misionero comenzó a llorar. “El me preguntó que debía hacer, y yo le respondí con una pregunta: ¿Que querría tu madre que hicieras?”. El misionero indicó que ella querría que el terminara su misión. Este misionero se convirtió en uno de los misioneros más exitosos de la misión. “Su fe en Jesucristo se había fortalecido al ponerlo [ a Él] en primer lugar en su vida”. Concluyó sus palabras testificando de la veracidad del Libro de Mormón y de cómo este cambia las vidas de las personas.

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La hermana Christofferson comenzó sus palabras de esta manera: “El élder fortuna dio mi discurso, pero mi esposo me dijo que un mensaje importante requiere dos testigos”. Enseñó sobre algo que aprendió en una conferencia regional a la que asistió hace ya muchos años en Washington DC. Allí una de las autoridades que dirigió la palabra les indicó que al leer El Libro de Mormón como familia podrían superar las grandes pruebas que a ellos vendrían y que se acercarían más como familia al Señor al estudiar juntos los preceptos que allí se indican. Testificó de como este libro y seguir las enseñanzas que allí se encuentran, les unió más como familia. Dijo: “Al oír la promesa de un apóstol [del Señor Jesucristo] de que [al seguir este consejo de estudiar El Libro de Mormón como familia] cesaría la contención en la familia. Me sentí muy ansiosa de ponerlo en práctica”. Terminó sus palabras invitando a todos a estudiarlo y a encontrar la paz que en sus páginas se encierran.

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Antes de las palabras finales a cargo del Elder D. Todd Christofferson, el coro y la congregación cantaron el himno número 80, “Secreta Oración”.

El élder Christofferson inició sus palabras recordando que hace alrededor de 18 años estuvo presente en una conferencia en esta misma estaca. Agradeció a nuestro Padre Celestial la oportunidad de estar aquí otra vez, y a quienes hicieron posible la celebración de esta reunión. En su mensaje destacó la importancia del templo y de asistir a él y compartió algo que leyó en el diario de un hermano pionero de la Iglesia, de nombre Coors. En el relato dijo que este hermano, cuyos dos familiares habían ya fallecido se le aparecieron en un sueño, uno a la vez. El primero de nombre Frederick, le dijo que estaba en el mundo de los espíritus donde escuchó más sobre el evangelio restaurado y lo aceptó. Le pidió que por favor hiciera las ordenanzas del bautismo, una vez el templo de Salt Lake City estuviese terminado. El otro familiar de nombre Alfred, por quien ya se había realizado la ordenanza en el templo de Navoo, tenía otro aspecto, su alrededor desprendía una luz. Este le indicó, que necesitaba que se realizara un sellamiento por él, porque: “Ya no puedo progresar ni un poco más”, indicó. “Es interesante notar, que aún después de esta vida, nuestros espíritus siguen con el mismo vigor, con vida, con identificación individual, con poder de razonar, de hablar, de escuchar, de aprender…” indicó el Elder Christofferson.

“Que privilegio tenemos de recibir estas ordenanzas por nosotros mismos” y a la vez nos invitó a compartir con todos estas hermosas verdades. De decirles “Ven y ve”, como indicó el Señor, de esperarles con los brazos abiertos, felices de compartir estas hermosas bendiciones”.

“Tendremos una oportunidad especial el día 23 de diciembre, dos días antes de la [celebración de la] navidad. La Primera Presidencia dijo que ese debe ser “el domingo de la invitación”. “… Será una reunión enfocada solo en el Señor”, manifestó.” De esta forma natural debemos invitar a todos a disfrutar de aquello que con tanta generosidad el Señor nos ha brindado”, terminó de enseñar.

Para concluir, dejó sobre la congregación una bendición especial, de que haya alimento, ropa y todo lo necesario en cada hogar. “Testifico que Jesucristo vive, que está a la cabeza de la Iglesia”.  Testifico que Él vive, que he visto Su mano obrar y dirigir esta gran obra”.

La reunión concluyó con el coro y la congregación cantando el himno 89 “Para siempre Dios esté con vos” y la oración final estuvo a cargo de la hermana Nathalie Vargas, del barrio Enriquillo.

Tras esto, el Elder Christofferson y quienes le acompañaban saludaron a todos los niños y jóvenes presentes. Uno por uno pasó por el estrado y estrecharon sus manos.