La Iglesia de Jesucristo está nuevamente sobre la tierra

La Iglesia de Jesucristo está nuevamente sobre la tierra
Santiago de Compostela es junto con Roma y Jerusalén  una de las grandes ciudades de la cristiandad católica. En dicha ciudad se encuentra la Catedral de Santiago de Compostela. Su construcción comenzó en el año 1075, tomando un siglo su terminación. Tras el descubrimiento (según se cree) de la tumba del apóstol Santiago en el año 813, las peregrinaciones a Santiago se hicieron masivas.
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Creyentes, deportistas, aventureros, turistas y otros, realizan  el “Camino de Santiago”. Los creyentes creen que al hacerlo sus pecados serán perdonados. El más usado es el denominado camino francés, que llega desde Saint Pied de Port a Roncesvalles (Francia) y desde allí atravesando Navarra, Aragón, La Rioja, Castilla, León y Galicia. Se dice que Galicia es el “finis térrea”, el lugar en el que termina el mundo y empieza el reino de lo desconocido, el lugar en que nos retiramos a descansar.

Geográficamente, Galicia ocupa el extremo noroccidental de la Península Ibérica. Por el norte y el oeste le ponen freno el mar Cantábrico y el océano Atlántico. Por el sur, Portugal, y por el este, Asturias y León.

Se dice poéticamente de Galicia: “Galicia es sempre un xardín donde se respiran aromas puros, frescura e poesía”.

El 31 de enero de 2006, siendo Presidente de la Misión España Bilbao, me encontraba en esa ciudad, junto con mi esposa la hermana Dina Zivic, con el élder Kenneth Johnson Setenta Autoridad General y Primer Consejero del Área Europa Oeste y su esposa, la hermana Pamela Johnson. Habíamos finalizado nuestra primera Conferencia de Zona de la gira misional que estábamos realizando.

Uno de los misioneros que había servido allí, el élder Tyler Neel, nos comunicó que se había puesto en contacto con el organista de la Catedral para tocar allí ese día. El élder Neel y su compañero ya habían hecho amistad con el organista y hablado del evangelio. Le regalaron un himnario de nuestra Iglesia, el cual usaba para interpretar temas en el órgano magnífico que tiene esa Catedral.

Nos dirigimos todos hacia ese lugar. Al llegar, nos dijeron que el organista aún no se encontraba, pero estaba en camino. Dudábamos de poder esperarlo, ya que teníamos que viajar cuatro horas para llegar a la ciudad de León, no obstante sentí que debíamos esperar. Valió la pena porque la experiencia que vivimos a continuación mereció totalmente la espera que, de todos modos, fue breve.

El organista nos condujo por una escalera del siglo doce hasta donde estaba el órgano, allí el élder Neel comenzó a tocar los himnos de la restauración, “La oración del Profeta”, “Loor al Profeta”, luego, y a pedido del organista, tocó “Las familias pueden ser eternas”, manifestándonos que era uno de sus preferidos y que lo tocaba a menudo.

Una emoción sobrecogedora nos embargó a todos al escuchar en una Catedral Católica, de esa magnitud y con el significado que tiene para las personas de esa creencia, los himnos que declaran que la verdad está nuevamente en la tierra. Que Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo se aparecieron al profeta José Smith, dando fin a esa larga noche de oscuridad y que la luz del evangelio está al alcance de todos los hijos de nuestro Padre Celestial.

Nuestros ojos se llenaron de lágrimas y nuestros corazones de gozo por la oportunidad de traer rayos de luz a ese lugar tan emblemático.

Cuando nos estábamos despidiendo, luego de tomar algunas fotografías, todo el recinto se inundó con las notas del himno “Para siempre Dios esté con vos”. Un hermoso himno cuyas palabras expresan el deseo que todos tenemos que con Su voz Él nos sostenga, que con Sus brazos nos cubra, que Su amor esté sobre nosotros, que cuando venga  el temor en Sus brazos nos tenga, que la muerte no nos hiera (Diría especialmente la muerte espiritual).

Somos muy bendecidos de haber conocido Su Iglesia, de tener el Espíritu Santo que nos confirma la verdad de todas las cosas y poder sentir, en lo profundo de nuestros corazones, que no es una imaginación de nuestras mentes, sino que la confirmación y seguridad de lo que sentimos viene de lo alto.

Me preocupan aquellos que en algún momento tuvieron esos sentimientos en sus corazones, pero luego, cuando llegaron las pruebas, no pudieron permanecer porque estaban “edificados sobre un cimiento arenoso” (3 Nefi 18:13). En varios pasajes de las Escrituras el Señor nos exhorta a que estemos edificados sobre Su roca, lo cual se hace cumpliendo con Sus mandamientos.

Mi deseo es que el Señor y Su evangelio estén siempre iluminando nuestros caminos y podamos compartir con otros que Su Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, está en la tierra nuevamente, para traer gozo y salvación a todos.